EL COLOSO DE RODAS

En el año 304 a. C. Demetrio Poliorcetes levantó el asedio a la ciudad de Rodas, después de un año de infructuosos ataques. En su marcha dejó abandonados numerosos ingenios de guerra que, con su venta, sirvieron para levantar una estatua en honor a Helios. La obra fue encargada al prestigioso escultor Cares de Lindos, alumno del gran Lisipo. Se cuenta que costó 300 talentos y su conclusión duró 12 años (304-292). Fue tal su envergadura que se consideró una de las Maravillas de la Antigüedad. Pero, en realidad es muy poco lo que sabemos de él.

 

Sobre su tamaño sólo se sabe que medía más de 30 m de altura (94 pies). Según Plinio, que llegó a verlo, su dedo era mayor que muchas de las estatuas de Rodas.

 

El Coloso estaba realizado en bronce, sobre un armazón de hierro. Se cree que su construcción fue muy compleja, realizando el fundido en el mismo lugar de su ubicación, de abajo hacia arriba.

 

Sobre su forma, la tradición lo dibuja con los pies separados y piernas arqueadas, por entre las cuales entraban los barcos en el puerto. Sin embargo, técnicamente, sería imposible ya que la altura del Coloso tendría que ser para ello muy exagerada y su estabilidad muy dudosa. Lo más seguro es que tuviese una pose más "formal", al estilo de las estatuas de los dioses de la época.

 

Por último existe el vacío sobre su lugar de ubicación. Nuevamente la tradición lo situaría a la entrada del puerto de Mandraki, donde hoy se hallan las dos columnas coronadas por ciervos, pero de ser así, podía haber estado en el lugar donde se halla el fuerte de San Nicolás. Sin embargo, la ubicación por la que se inclinan los investigadores se encuentra en tierra firme: en el propio templo de Helios, un lugar elevado, donde actualmente está el Palacio del Gran Maestre.

 

Así pues, las fuentes directas que tenemos sobre el Coloso de Rodas son muy escasas: algunos historiadores que lo vieron tras el terremoto que lo derrumbó, como Plinio o Filo de Bizancio y unas pocas monedas, donde se vincula la estatua con el dios solar.

 

Paradójicamente, fue en la Edad Media cuando se magnificó y se fraguó su fama, representándose con la típica pose de piernas abiertas que ha perdurado en la memoria.

 

El Coloso duró en pie sólo 66 años, ya que un terrible terremoto, sucedido en 227 a. C., destruyó la ciudad y lo derribó. A pesar de realizarse numerosas donaciones desde diversos lugares del Mediterráneo para volver a levantarlo, la empresa no se llevó a cabo a causa de un mal presagio del Oráculo de Delfos, el cual advirtió que si se volvía a alzar "se producirían males mayores".

 

Los restos permanecieron desperdigados en su lugar de origen hasta el s. VII, cuando los sarracenos los vendieron a un comerciante sirio, que los fundió, terminando así con la única prueba palpable del Coloso de Rodas.